Francisco Chaves
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Fotografía: Francisco Chaves.
Entrevistamos a la Mag. Susanne Schulze-Boysen, quién está gozando de su pensión a partir del año 2019, para que nos contara su trayectoria como profesora de la Escuela de Lenguas Modernas. La docente nos comentó la experiencia de enseñar después de tantos años en la Universidad, y algunas anécdotas que ha vivido durante este tiempo.
¿Cuáles eran sus funciones dentro de la Escuela de Lenguas Modernas?
Fui docente de la Escuela desde 1997 cuando entré con un curso. Fui aumentando el trabajo poco a poco, al año ya tenía dos cursos y pasé de medio tiempo a tiempo completo. Solo he dado cursos de alemán muy básico, ya que es un curso optativo, por lo que no se llega muy lejos. El semestre pasado dí dos cursos intensivos y uno básico, y con el intensivo 2 los estudiantes llegan al nivel de A1, que no es mucho. También dí tres o cuatro cursos de literatura alemana en español, ha sido una experiencia completamente distinta porque los alumnos eran muy diferentes, ya que no sabían mucho del alemán, pero disfrutaban mucho la lectura. Fue una apertura a la cultura alemana para ellos también.
En general, me gustaba mucho combinar el idioma con los aspectos culturales, porque mis estudiantes generalmente no eran de Lenguas Modernas y era fantástico enseñarles sobre una lengua diferente. Por ejemplo, me gustaba hablarles sobre compositores clásicos de Alemania y Austria, que son muchísimos, y es muy interesante ver a los estudiantes que los conocen sin saber que son de estos países.
Sobre los cursos de literatura, de lo que recuerdo, el primero fue una visión panorámica del siglo XX. Después hice un curso sobre el teatro alemán, con actuaciones, y nos divertimos muchísimo. El último fue sobre los escritores ganadores de un Premio Nobel, que también son bastantes y no lo sabía, por lo que fue muy interesante para mí también. Luego tuve que dejar de hacer estos cursos porque el último grupo era demasiado grande y ya no iban con la intención de leer, sino que buscaban resúmenes, y como el curso era de cuatro créditos, mucha gente quería ingresar por el beneficio para su nota. Como eran tantos estudiantes, era un problema ya que tenía que dividir el grupo y fue muy complicado.
Volviendo al estudio del idioma alemán, ví de todo. Hubo estudiantes que luego de mis cursos van al Goethe y continúan estudiando, o se van a Alemania con una beca, y esto me llenaba de satisfacción. Uno de mis primeros estudiantes es profesor de filosofía aquí en la Universidad y sacó su doctorado en Alemania. Yo siempre los impulso a que vean cómo es la vida fuera de Costa Rica y fuera de Estados Unidos (risas).
¿Cuál ha sido su experiencia desempeñando estas funciones?
Ha sido muy enriquecedor, claramente siempre hay algunas dificultades. A veces había estudiantes que metían mis cursos solo porque el horario les sirve, o antes pasaba mucho que llegaban a pedirme que los dejara entrar por inclusión, afortunadamente eso ya no lo llevamos los profesores. Por suerte, mis grupos siempre se terminaban reduciendo a un número manejable. En mi último curso de básico 1 había muchos estudiantes, pero tenía 4 profesores por lo que no había problema (risas).
También tuve estudiantes de intercambio que tomaban mi curso, y era súper interesante. Una vez estuvo una muchacha japonesa, una francesa, y varias veces tuve alumnos estadounidenses, fue una experiencia encantadora. Dar clases era cada vez más agradable, con la práctica uno va mejorando las relaciones, por suerte siempre tuve muy buena armonía con los grupos, era inevitable encariñarse mucho con ellos. Cuando tocaba separarse a final de año, siempre dolía mucho, sobre todo el último semestre del año 2018, que fue mi último semestre antes de pensionarme.
¿Por qué considera que es importante el aprendizaje en el exterior?
Es importantísimo ir al extranjero, indispensable para abrir la mente y ver cómo es la vida en otros lados, aprender y tener una experiencia diferente. Se puede leer mucha teoría, pero en la práctica, al estar en un país extranjero, se consolida el aprendizaje.
¿Algún comentario adicional?
Nada más que le agradezco mucho a la Escuela de Lenguas Modernas por la oportunidad de enseñar, yo entré a la profesión ya mayor, con 45 años, y nunca pensé que pudiera ser docente. Sin embargo, me he dado cuenta de que cuando tengo un grupo de estudiantes realmente interesados, no hay nada que me genere más satisfacción que enseñarles alemán.